Alquimia
Solo hay un puente que te lleva a la puerta que habré tu llave…cuando abras la puerta correcta el universo se moverá para que puedas acceder a los reinos del cielo..
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Estoy persuadido de que se pueden escribir cinco líneas, y no más, que destruirían la civilización», ha escrito el prestigioso astrofísico británico Fred Hoyle, uno de los grandes «herejes» de la ciencia por sus teorías sobre el origen extraterrestre de la vida y su afirmación de que jamás existió el «Big Bang» que originó el universo.
Para muchos investigadores, como el francés Jacques Bergier, autor junto a Louis Pauwels, del famoso libro El retorno de los brujos, la destrucción y la censura sistemática del saber científico a lo largo de la historia es más real que literaria. Bergier afirma en su obra Les livres maudus (Los libros malditos), que tan antigua como la existe una cofradía civilización, que impide la difusión rápida o extensa de los conocimientos que pueden ser demasiado peligro-sos paraser revelados; los denomina simbólicamente los «hombres de negro».
Una de las obras más legendarias es el Libro de Toth, un papiro o una serie de hojas de entre 10 mil y 20 mil años de antiguedad -copiado en secreto- que ya poseían los sacerdotes y faraones egipcios y al parecer contenía los secretos de diversos mundos. El libro, al que aluden los más diversos documentos históricos, conferia poder sobre la Tierra, el océano y los cuerpos celestes, según Bergier. Este compendio de conocimientos científicos, «nacido del fuego» pero considerado «incombustible». es atribuido a Hermes Trismegisto, el fundador de la alquimia. Jamás ha sido visto impreso o reproducido y se ignora la forma en que podía consultarse.
Pero el mayor «éxito» de los «hombres de negro» ha sido la destrucción de la Biblioteca de Alejandría, iniciada por Julio César en el año 47 a.C., continuada por el emperador Diocleciano en el 285 y finalizada en el año 646 por los árabes, que la destruyeron hasta sus cimientos. Este edificio monumental, fundado en el 297 a.C. por Demetrio de Falera, contenía unos setecientos mil documentos, de los que casi nada ha sobrevivido y entre los que al parecer se encontraban los secretos de la transmutación del oro y la plata. Entre los manuscritos destruidos (obras de Pitágoras, Salomón y Hermes), figuran los de una enigmática civilización que precedió al Egipto conocido, y otros textos demasiado «peligrosos» para ser divulgados.
Otro sabio censurado fue el abad Tritemo, nacido en Alemania en 1462 y muerto en 1516, quien efectuó investigaciones que intentó divulgar en otro de los grandes libros malditos: la Esteganografía, del que sólo sobrevive un manuscrito incompleto. El rey Felipe II ordenó destruir la misteriosa obra, mezcla de lingúística, matemáticas, cábala judía y parapsicología, que informaba sobre un método para hipnotizar a distancia, por telepatía, con la ayuda de ciertas manipulaciones del lenguaje. La primera edición de lo que quedaba de la Esteganografía se publicó en 1610, pero aún expurgada, el Santo Oficio prohibió hasta 1930 la difusión de este texto, donde se expone una serie de escrituras secretas, cuyo empleo requería el uso de aparatos no muy diferentes de la radio actual, pero en el siglo XVII.
De los grandes libros condenados, el Manuscrito Voynich, atribuido a Roger Bacon, ha logrado librarse de la destrucción y se encontraba hasta hace unas pocas décadas a la vista de todos, en venta por 160.000 dólares en una librería de Nueva York, por una sencilla razón: nadie ha conseguido descifrarlo. El antiguo texto que guardaría conocimientos científicos enormes, desde la estruc-tura de la Galaxia de Andrómeda o la dinámica celular hasta la descripción de cientos de plantas sin identificar esta cifrado en una lengua desconocida. El texto tomó su nombre del librero que lo compro en 1912. Según algunos estudiosos, el manuscrito Voynich contiene secretos tan peligrosos como la información de fuentes de energía mucho mayores que la bomba de hidrógeno y mucho más sencillas de manejar.
Vehículo de ideas, críticas, debates y conocimiento, y enemigos de tiranías, integrismos y fanatismos políticos, religiosos o filosóficos, los libros, escritores y bibliotecas han sido perseguidos, censurados, escondidos o destruidos a lo largo de la historia, sin distinción de civilizaciones o culturas.
Uno de los casos mas dramáticos y antiguos de censura que se conoce, fue el del tiránico emperador chino Shi-Koang-Ti, que en el 213 a.C. mandó destruir todas las obras escritas anteriores a él, enterró vivos a más de 400 escritores y decretó que cualquiera que guardase tablillas de bambú o madera escritas, correría la misma suerte de los Sabios asesinados. El conocimiento y la historia misma debían empezar con el propio emperador. Del mismo Platón se dice que escribía en sus diálogos el conocimiento más accesible, es decir, el considerado divulgable, mientras que reservaba para un reducido grupo enseñanzas secretas que, debido a su dificultad (y peligrosidad en caso de ser ampliamente conocidas), no podían por ningún motivo ser escritas.
Como el «bombero» de Fahrenheit 451 (el célebre libro de Ray Bradbury), que en vez de apagar incendios quemaba todos los libros que encontrase, pero ya no en la ficción sino en la palpable realidad, antes y ahora, la hoguera aún sigue encendida.
por Daniel Galilea
Revista Conozca Mas No. 78
La verdadera alquimia no pretende la transmutación individual sino hacerla extensiva a toda la humanidad, y en este sentido se han detectado sociedades encargadas de sondear en un sector de la población la reacción que supondría la ejecución de un determinado acto, que en principio es simulado y resultará aplicado en la realidad si el sondeo es favorable a determinados intereses.
De la misma manera, se han pretendido y se pretenden cambios sociales encaminados hacia determinados ideales o como reacción en contra de las circunstancias actuales.
Todo ello supone una transmutación, ya que se pretende cambiar la mente y la ideología de millones de personas para que se produzca un cambio social controlado y en determinado sentido.
Annie Besant fue notable como activista política para que la India se emancipase del Imperio Británico antes de que aceptase el cargo de presidenta de la Sociedad Teosófica, influyendo profundamente en seres que como Gandhi, han dejado una cuña de valores espirituales inmersos en un clima de odio y de materialismo, lo que provoca contradicciones que se manifiestan en la destrucción o en el deseo de destruir, retrasando la expresión objetiva de aquella energía espiritual y cohesionadora.
Dentro de estas iniciativas, colectivos como la Sociedad Teosófica o la Golden Dawn, surgieron en el siglo XIX como resultado de los grupos de pensadores, místicos y políticos que se encontraban desencantados ante dos siglos de racionalismo, época descrita por el poeta irlandés William Butler Yeats como: “la rebelión del alma contra el intelecto”.
Pues tanto Escocia como Irlanda, fueron alentadas por personajes como Yeats para llevar a cabo sus aspiraciones independentistas y tratando de encontrar en sus raíces celtas todo aquello que justificase sus motivos para emanciparse.
En Gran Bretaña, la Golden Dawn influenciaba a autores de novelas como el mencionado Bram Stoker o Bernard Shaw, mientras que en Francia se producía una potente corriente dentro de la que se encuentran personajes como Alejandro Dumas, George Sand, Delacroix, Poussin, Gerard de Nerval o el mismo Jules Verne, y esta corriente la provoca la Sociedad de la Niebla.
Esta sociedad se fundó en el siglo XVI por un impresor afincado en Lyon y llamado Griphe para la que eligió el nombre de “Néphès”, una antigua sociedad griega cuyo nombre significa “niebla” y constituye el símbolo sobre el que se representa la acción de Dios en el mundo, tal como se contiene en el libro Eclesiastés, 24-4: “Yo levanté mi tienda en las alturas y mi trono era una columna de nube”.
Y esta acción de Dios en el mundo la pretenden realizar a través de iniciativas como las de estas sociedades provocando cambios sociales desde las mentes de los hombres.
La Sociedad de la Niebla toma su ideología de la francmasonería y, al menos en sus principios, pretende el conocimiento de Dios a través de la naturaleza y de sus leyes reproduciendo la filosofía natural aristotélica, ideología compartida asimismo por los gnósticos y rosacruces, resultando que la mayor inspiración de la Sociedad de la Niebla la encuentra en Los Iluminados de Baviera, sociedad creada por Adam Weishaupt en el siglo XVIII y que, según George Sand, reclutaba a todos los instigadores que: “dirigen todas las cosas, deciden la guerra o la paz, castigan a quienes consideran perversos y hacen temblar a los reyes en sus tronos”.
Curiosamente, los Iluminados de Baviera defienden los ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad, habiendo influido decisivamente en el advenimiento de la Revolución francesa en 1.789.
La Sociedad de la Niebla rehabilitó un texto medieval atribuido a un monje dominico en Italia, Francesco Colonna, siendo el nombre del libro “El sueño de Polifilo”, con contenidos que han influido a Miguel de Cervantes, Dante y Goethe, y han inspirado jardines como los de Versailles en Francia, los de Bomarzo en Italia o los de Aranjuez en España, todos ellos llenos de símbolos descritos en El sueño de Polifilo.
Alejandro Dumas, padre, publicó en 1.839 su novela “El Capitán Panfilo”, símbolo de Polifilo, pues “pan” significa todo o “poli” y la terminación “filo” coincide con el original, además conocidas son sus aficiones sobre temas esotéricos y las amistades con personajes que han tratado estos temas como Papus o Eliphas Levi, siendo él quien presentó a Julio Verne, entonces un joven, al editor Pierre Jules Hetzel.
Dumas fue notable como masón y libertario apoyando proyectos unificadores como el de Garibaldi en Italia, en cambio su amigo Hetzel se dejó notar como activista político, aunque ambos han colaborado estrechamente en los mismos proyectos.
Dumas y Hetzel son decisivos en la Sociedad de la Niebla, pues mientras Dumas buscaba y captaba nuevos valores literarios a través de los cuales se podría propagar la ideología de la Niebla, Hetzel les editaba sus obras, se las distribuía y promocionaba como nadie.
Uno de los personajes de Verne en su novela “La vuelta al mundo en 80 dias”, Philéas Fogg, esconde un nuevo Polifilo en su trama, pues etimológicamente puede descomponerse en “eas” que en griego significa todo y es el equivalente de Poli, y Fogg en inglés significa niebla. Pero hay más, ya que Philéas Fogg pertenece al selecto club llamado “Reform Club”, otra vez queda patente el deseo de reformar o transmutar, cuyas iniciales coinciden con las de la sociedad Rosa-Cruz además de dotarle de una de las características de la alquimia: la inmortalidad, pues lo describe como “un byron impasible que parece haber vivido miles de años sin envejecer”.
La Sociedad de la Niebla estableció una especie de complot para que se transformase el cristianismo mediante los rituales inspirados en los misterios de la sangre y que estaba financiado por la casa de los Habsburgo, pretendiendo secretamente realizar los ideales anárquicos de la Niebla mediante una profunda transformación social en todos los ámbitos: “desacreditar a todas las casas reales europeas para establecer una única dinastía reinante e institucionalizar la figura de un Gran Monarca en Europa, objetivo perseguido asimismo por otros grupos como el Priorato de Sión”.